Heridas abiertas de amores que nunca existieron
Mentiría si dijera que le quiero
Y sin embargo… se callan las luces
Cuando crujen sus pisadas.
Y el incendio asesino, el que nunca llora,
Me envuelve entre celosías inquietas
Que intentan ocultar la nada
La nada, el vacío, el todo
El inmenso precipicio de mi interior.
No hay lágrimas
No hay lágrimas, nunca las hubo
Ni respuesta a sus te quieros
Ni abrazos delirantes
En los que fundir los ocasos.
Hubo besos, quizás,
Vacilantes, inquietos
Primero
Raídos, profundos
Después
La hojarasca de mis sueños.
No hubo lágrimas, y tal vez...
Tal vez nunca las habrá
¿Hubo amor? Jamás lo sabremos
Fue más bien, el recuerdo
De una pasión inconclusa
De odios que fragmentaron
La suave danza del mundo.
Fue y no fue, una sonrisa,
Una anécdota junto a la lumbre
Unos ojos de cristal, punzantes,
Hendidos en un triste corazón.
Fue ante todo, una disculpa
El negro ardor del remordimiento
La culpa, la siseante culpa
Persecutora de corazones ociosos
Fue
Fue y no fue
Fue, pero apenas fue
Lo que dura el vuelo
de una mariposa de papel.
No hubo amor, ya he dicho
que mentiría si creyera que le quise.
Y sin embargo… se callan las luces
Se paraliza el alma, y entre brumas,
Ruge el dolor de la incertidumbre.